Cada 8 de marzo, el mundo se detiene un momento para reconocer la lucha, la historia y el impacto de las mujeres en la sociedad. No es solo una celebración, sino un recordatorio de lo que hemos logrado y de todo lo que aún queda por hacer.
El Día Internacional de la Mujer tiene sus raíces en movimientos obreros y feministas que exigieron mejores condiciones laborales, derecho al voto y equidad. Hoy, la lucha sigue presente en distintos ámbitos: en la igualdad de oportunidades, en la eliminación de la violencia de género y en el reconocimiento del valor de las mujeres en todas las esferas de la vida.
Cada mujer tiene una historia que contar. Desde las que desafían barreras en el deporte, la ciencia o el arte, hasta las que sostienen hogares y comunidades con su esfuerzo diario. Todas son parte de una revolución que no se detiene.
Este día es para recordar que el feminismo no es una moda, sino un movimiento que ha transformado y seguirá transformando el mundo. Que la sororidad es más que una palabra bonita: es la acción de apoyarnos, cuidarnos y empujarnos unas a otras hacia adelante.
Celebremos a las mujeres, pero también sigamos exigiendo un mundo más justo y equitativo. Porque el 8 de marzo no es solo un día, es un llamado a la acción.